Condenan a un chaval que mordió a un policía porque le quitaron el móvil

Condenan a un chaval que mordió a un policía porque le quitaron el móvil.

El menor permanecerá encerrado durante nueve meses por un delito de atentado contra un agente de la autoridad.

El móvil es un portentoso medio de comunicación, pero también una droga. Así que cuando el adicto se ve obligado a dejar de 'consumir', lo normal es que sufra un 'mono' -síndrome de abstinencia- de mil demonios. En ese estado, el 'paciente' puede llegar a autolesionarse o a dirigir su agresividad contra los demás. No es algo científico, porque la dependencia patológica del teléfono celular no está reconocida oficialmente como una enfermedad. Pero lo paradójico es que existe. Es la única explicación posible para un suceso que acaba de zanjar la justicia con una condena de ocho meses de internamiento en un correccional para un chaval que pateó y mordió a un policía nacional al sufrir un ataque de furia porque le habían quitado el móvil. Cuando salga, el muchacho, que según la sentencia cometió un atentado contra un agente de la autoridad y un delito leve de lesiones, deberá permanecer otros ocho meses en libertad vigilada, un tiempo durante el que deberá alcanzar una serie de objetivos sociales y educativos si no quiere volver a estar entre rejas.

El suceso ocurrió en noviembre de 2015 en un centro de menores de Granada y el resultado pudo ser aún más aparatoso porque el ahora condenado no fue el único que se rebeló cuando le confiscaron el móvil. El castigo afectaba a varios chavales más y ninguno de ellos se lo tomó bien. Total, que no llegó a convertirse en un motín, pero casi.

Indemnización
Todo empezó cuando los responsables del centro intentaban solucionar un incidente anterior que la resolución judicial no detalla. Lo que sí parece claro es que la tensión iba en aumento y los educadores requirieron la presencia de la Policía Nacional. Ya con los agentes presentes en el establecimiento de acogida de menores, los monitores obligaron a un nutrido grupo de jóvenes «a que hicieran entrega de sus teléfonos móviles» como escarmiento por su mal comportamiento. Fue entonces cuando se lió la trifulca. Nerviosos porque tenían que desprenderse de sus teléfonos, varios adolescentes increparon e intentaron agredir a una educadora, «y al tratar la Policía de impedir» el ataque, el menor que acabaría sentado en el banquillo de los acusados «respondió aún con más violencia, golpeando a los agentes y pateando y mordiendo» a uno de ellos, que acabó cayendo al suelo.

A consecuencia de los golpes, la víctima sufrió una contusión en un codo que le mantuvo de baja médica durante ocho días.

Tras la correspondiente investigación de la Fiscalía de Menores, el ministerio público calificó como un delito de atentado lo sucedido, un extremo que la sentencia corrobora. «En el caso que nos ocupa, el menor desobedece a los agentes y, posteriormente, se resiste y arremete contra los mismos, cuando estos están realizando sus funciones y con motivo de ellas; es por todo lo anteriormente expuesto por lo que procede considerar los hechos dentro del tipo de atentado solicitado por el fiscal», relata la resolución judicial.

El procesado, tras ser informado en un lenguaje «claro y comprensible» de los cargos que se le imputaban, reconoció su culpa y no fue necesario celebrar la vista oral del juicio.

Además de los ocho meses de internamiento en un centro para menores infractores y de los ocho de libertad vigilada, el chico tendrá que indemnizar al policía con 240 euros, «una cantidad que habrá de pagar junto con la Junta de Andalucía de forma solidaria como su representante legal».

Efectivamente, al estar el joven tutelado por la administración es ésta la que ha de asumir la responsabilidad civil.

Autolesiones
Hasta ahora, la fiscalía y los juzgados de Menores de Granada ya habían tenido que afrontar varios casos de adolescentes -principalmente niñas- que se habían autolesionado después de que sus familias les quitasen los móviles. Las autoagresiones son la manifestación más extrema de un trastorno, la adicción a los teléfonos, que, aunque oficialmente no existe, parece que está causando estragos.

La 'movilmanía', según los expertos, modifica el carácter de los chavales. Cuando no están en contacto con sus dispositivos se vuelven irritables, les cambia el humor y, con el tiempo, ven dañada su autoestima. Sufren, además, carencias de afecto y también de seguridad en sí mismos, debido no sólo a la falta de relación entre iguales, sino al tipo de relación que se establece en el mundo de las redes sociales.

Los programas de 'desintoxicación' para 'moviladictos' son idénticos a los que se emplean con cocainómanos y heroinómanos. Hay que separar al paciente de la sustancia adictiva -las pantallas-, enseñarle a limitar su uso y facilitar su reincorporación social.

Actualmente, un 1,5% de los adolescentes españoles, frente al 1,2% de los estados de nuestro entorno, no podría desprenderse de su teléfono celular sin sufrir un mono. Si se extrapola ese dato a Andalucía, donde la población de entre diez y 18 años sería de unas 800.000 personas, en la comunidad habría ahora mismo 1.200 chavales prisioneros de sus móviles.

Fuente: http://www.ideal.es/granada/201603/28/condenan-chaval-mordio-policia-20160327205206.html?platform=hootsuite