MADRID «Los “narcos” tienen armas, nosotros no»

MADRID «Los “narcos” tienen armas, nosotros no»
Los guardas de la Colonia de los Olivos aseguran que no tienen con qué defenderse
Israel, de 28 años; José, de 26; Enrique, de 23, y Aaron, de 18, son cuatro de los siete hermanos del clan de los Navarro. Juntos se encargan de controlar desde hace cinco años la Colonia de Los Olivos, zona caliente de la droga en Madrid. Durante 24 horas se turnan para evitar, según indican, que se ocupe el medio centenar de casas tapiadas que se encuentran en el lugar, donde se levantan 300 viviendas. A menudo, indigentes y narcotraficantes tratan de hacerse con las casas vacías para dar rienda suelta a su negocio. «Los narcotraficantes intentan meterse y tenemos que impedirlo para que esto recobre la normalidad. En alguna ocasión nos han amenazado con armas y hemos tenido que hacerles frente. Nosotros no tenemos pistolas. De hecho, por no tener ni contamos con defensas. Les echamos como podemos», indica Israel, el mayor de los cuatro, quien añade que otros clanes «saben que ésta es nuestra zona y lo respetan».
En este paraje, ubicado a diez calles del Paseo de Extremadura, el trapicheo de drogas es constante. Por la noche, el mercadeo se incrementa y los toxicómanos se adueñan del lugar para recibir su dosis. Dos de los cuatro vigilantes abandonaron la zona donde crecieron por el paisaje que inunda la zona desde principios de siglo. Sin embargo, allí sigue parte de su familia. Los Navarro, conocidos como los «sheriff» en Los Olivos, se encargan de que los consumidores de los estupefacientes dejen impoluta la zona de jeringas. «Hay muchos niños y no tienen por qué crecer con esta miseria», narran.
Problemas entre gitanos
Israel cuenta que cuando surgen problemas entre gitanos, «los arreglamos entre nosotros sin necesidad de llamar a la Policía; es peor hacerlo. Por lo demás, por aquí siempre hay patrullas controlando». Con la llegada de los hermanos, según apuntan los moradores de Los Olivos, se va recobrando más tranquilidad. El señor Vicente, como le apodan, es un septuagenario que lleva en la zona toda la vida. Todos le consideran el presidente por su antigüedad. Cuando surge alguna contrariedad, este hombre de avanzada edad informa a los vigilantes gitanos del percance y ellos toman cartas en el asunto. «Muchos intentan comprar las casas para meterse», dice Vicente.
Los residentes de Los Olivos ansían que la Empresa Municipal de la Vivienda y Suelo (EMVS) del Ayuntamiento de Madrid, propietaria de los pisos, termine el trabajo que comenzó en 2004: derribar las viviendas y realojarlos en una zona y en pisos más habitables.
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