España deniega el asilo a la marroquí que sufre malos tratos de su familia

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Fátima ha tenido un hijo con un joven hindú en Melilla.
Su familia la ha amenzado por esta relación.
Su pareja tiene en vigor una orden de expulsión.

Fátima -nombre ficticio- con su pareja. (Imagen: JOSÉ PALAZÓN)

Fátima retó al infierno y terminó en Melilla. Las jornadas como empleada doméstica eran eternas y la remuneración escasa. Pero había dejado de esquivar palizas maritales con hedor de odio y aliento a absenta. Cruzar el Estrecho ya había merecido la pena. Pero de repente, también fue feliz. Un joven hindú se cruzó en su vida y giró su rumbo. Todavía limpiaba escaleras a cambio de monedas. Pero había esquivado la soledad y exterminado su biografía. Hasta que reapareció. El día que su familia supo que Fátima intimaba con un joven no musulmán.

Su hermano cruzó el Estrecho para recomponer la honra familiarSu hermano cruzó el Estrecho roto por la rabia para recomponer la honra familiar y le descompuso la cara. Pero no pudo con su dignidad. La pareja se ocultó en el bosque y en una noche de calor humano y frío polar engendraron a Vikraam. El Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes de Melilla les hizo hueco y el invierno fue menos árido. La orden de expulsión del joven hindú seguía vigente. Sin embargo, el Gobierno había admitido a trámite su permiso de residencia y Vikraam crecía feliz en el líquido amniótico y nacía sano en enero de 2010.

Pero no hay final feliz. El pasado viernes el Gobierno le denegó el asilo a Fátima pese a que el artículo 490 del Código Penal marroquí incluye penas de hasta un año de prisión para mujeres que tengan relaciones fuera del matrimonio. El artículo 39 del Código de Familia prohíbe el matrimonio de una musulmana con un hombre de otra confesión. Y ser madre soltera en Marruecos es también un delito. Ninguna de las amenazas que sufre Fátima ha convencido a la Comisión Interministerial de Asilo.

La resolución concluye que no está acreditado que vaya a ser perseguida en su país y que "no hay razones humanitarias para autorizar su permanencia". La Comisión de Ayuda al Refugiado trabaja a contrarreloj para interponer un recurso en la Audiencia. Pero la apelación no anula la orden de expulsión. A Fátima le han dado 15 días para abandonar Melilla. Los invertirá en cuidar a Vikraam y en cruzar los dedos. Porque no puede regresar a Marruecos. Ni quiere.